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jueves, 20 de junio de 2013

Y lo soportamos.... mientras pensamos en que no podemos hacer nada.

Decían los celtas: “quién tenga oídos, que escuche….”

-Declarar que los hospitales deben ser rentables, pues el privatizarlos es asegurar que se pueden sacar beneficios… O sea, negociar con la cura de los sufrimientos y enfermedades.

-Reducir salarios más allá del mínimo imprescindible para vivir, sin tener en cuenta lo necesario, sino lo deseable para cuadrar cuentas, y esperar que se den las gracias por una vida sin incentivos ni ilusión… mientras un pequeño grupo aumenta beneficios para el derroche.

-Trabajar más, por menos, sin posibilidad de mejora en la calidad de vida y hasta edades avanzadas… y decirnos que eso es digno y bueno…

-Convertir la educación en algo mecánico y ajustado al mínimo para que el precio de la formación sea del gusto de los contables, obviando a los docentes y al derecho a saber y conocer… es negarnos la posibilidad de mejorar como seres sintientes y racionales.

-Impedir que la formación avanzada y de nivel llegue a quién no puede permitirse estudiar sin becas, y negar las becas salvo a los que pueden dedicarse íntegramente al estudio… Cercenar posibilidades… apartar al trabajador y al humilde del saber…

-Hacer de Dios una asignatura evaluable, y no una guía ética y de esta manera conservar por adoctrinamiento lo que la fe ya no consigue…

-Decirnos que los gobiernos hacen lo que deben, sin explicarnos lo que hacen y en nombre de quien lo hacen, y acusarnos de terroristas si no lo acatamos, tras habernos mentido para llegar al poder…

-Frenar el potencial desarrollo de nuevas energías diciendo que son caras, y ocultarnos que son las únicas y que además, necesitaremos estar por delante para no seguir en la absurda dependencia de los de fuera para encender nuestras luces en las noches…

-Hacernos creer en que este sistema es el único posible, y que nos resignemos a un estatus inferior por la necesidad de esfuerzo, mientras se salvaguardan condiciones y ventajas para los que legislan, es de nuevo volver a justificar la sociedad de clases, aquella que define que por nacimiento o condición, algunos tienen más derechos que otros…

-Mentir con desfachatez, tergiversando la complicidad de las leyes y quejarse si dudamos, al ver que las leyes siempre y sólo favorecen a los mismos… Robar sin devolver lo robado, mentir sin dejar de ser honorable, estafar sin pasar por la vergüenza… Saben que el desencanto existe, y lo cultivan… Si lo asumimos, nos han derrotado por nuevos siglos….

Una y otra vez a diario, aprovechan nuestra ceguera… No protestéis juntos, es mejor que protestéis mucho… Seguid dando hijos que alimenten el paro, así seréis trabajadores baratos… Romped escaparates y tirad piedras, que os llamaremos violentos…

Sólo, lo único que debemos hacer, es todos cada vez más, decir no, no creer, no confiar, no admitir personalmente lo que en grupo nos hacen. Bastará salir y no ocupar las plazas, sino todas las calles y estar parados, avivar la tertulia, el pensamiento, verlos pasar con mirada seria, girar nuestra espalda a los discursos huecos…Hasta que esta vez, se ganen su sueldo y nuestra confianza con ideas racionales y de sentido común que salvaguardando nuestra dignidad nos hagan pensar en mañana, no en como pago hoy las deudas que me imponéis.

Y a los traidores que debían guiarnos en este mal trago y se limitan a no aparecer por si las cosas no van por donde queremos, a los inmovilistas que piensan en su subvención y en su estatus, decidles que son indignos de las ideas que se apropiaron.

Ninguna izquierda puede apoyar a la monarquía, ni al neoliberalismo ni a la economía de mercado. Los sindicatos saben bien que la unión es el camino, y llevan años compitiendo, que es más fácil que enfrentar al enemigo común. Y ninguno de ellos, a día de hoy, puede firmar ningún pacto, salvo el que dice que somos más los que lo pasamos mal, y por o tanto, reina lo injusto.

Pues eso… quién tenga oídos, que escuche…